Comparto un artículo publicado 19 de setiembre del 2001, por l músico Mario Campos. Lo hago porque se trata de un tema siempre actual y que no ha sido resuelto.
Por Mario Campos
Es hora de apuntar a lo original. Nos regocijamos por tener artistas como Fidel Gamboa o los integrantes de Editus y el Sexteto de Jazz Latino, que ayudaron a Rubén Blades a ganar el Grammy. Al lado, otros ticos toman canciones ajenas, les cambian letras y melodías, las incorporan al repertorio cotidiano y, como si nada hubiese ocurrido, pretenden hacernos creer que son “creaciones” propias. Tampoco son travesuras, porque existe premeditación. Otras veces, subliminalmente, dentro de las letras, acomodan frases que identifican o aluden a marcas o productos con el fin de que les patrocinen “el disquito”. Dice un buen amigo que “en asuntos de música, como en fútbol, jugamos en tercera o en primera; de nosotros depende”. No hace falta deshonrar el oficio de compositor valiéndose del talento o de la propiedad intelectual ajena, para construir nuestro propio lugar de honor y poner en riesgo la condición de autores o compositores. El oficio de compositor es difícil, de poco reconocimiento y escasa remuneración. Lastimosamente, rondan la música personas que no sienten respeto alguno por quienes la crean, se aprovechan de su éxito y, cual ácaro, se nutren de él, dañando su derecho moral y patrimonial. Aun cuando se trate de asuntos no comerciales o espirituales, robar a un autor su creación intelectual es lo mismo que robarle su espíritu. Lo ocurrido con la canción “Agárrense de las manos” es un ejemplo de lo dicho pues, queriendo hacer un “himno” para la Selección Nacional de Fútbol, alguien encontró muy fácil hacer una simple modificación al original, llamando parodia a lo realizado y obviando que las parodias requieren permiso directo del autor. No podemos dejar de lado a las personas que, sin el menor sonrojo, modifican la parte más importante de una obra y, de repente, tal genialidad desborda en un flamante anuncio comercial de 30 segundos, la mayoría de las veces financiado con un millonario presupuesto. Al autor, en la mayoría de estos casos, ni se le pide permiso ni se le participa de los emolumentos. En el caso de la versión Agárrense de las manos , “dedicada” a la Selección, la cosa es doblemente ilegal. Además del tema que popularizó José Luis El Puma Rodríguez y que es propiedad de los españoles José María Purón Picatoste y Juan Velón de Francisco, quienes aquí piratearon el tema con mucha audacia le insertaron un fragmento de otra canción titulada “Más”, que grabó José José, original de la mexicana María Enriqueta Ramos Núñez y de otro famoso español, Rafael Pérez Botija. De seguro, ninguno de estos señores ha dado permiso por escrito, como debe ser. Va siendo hora de que nos preocupemos más por lo nuestro, por nuestro propio estilo, por nuestra propia música y nuestra propia cultura. Es hora de parar ese acto ilícito de engañar a los ticos con falsificaciones intelectuales, con canciones de otras personas, tomadas sin permiso hasta para lucrarse.